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viernes, 19 de octubre de 2007

CEMENTERIOS

Laberinto de silencio y dolor ajeno

Callejuelas malancolicamente angostas

Donde el sol calienta pastos y cemento

Aquí todos somos iguales llegada la hora

Morada de carnes que seran polvo

Fin de un camino con entrada sin salida

Mezcla de olor a vida y a muerte

La verdad y la mentira bajo el mismo suelo

Aquí señores, ya no hay miedos

Alquileres costosos y eternos

Para no sentir a los nuestros tan lejos

A menudo el olvido ronda este cielo

Se pierden los nombres detrás del tiempo.

¿Cuál es el cementerio?

El de los muertos sin cuerpo,

O el de los cuerpos muertos.

4 comentarios:

  1. Anónimo10:54 p.m.

    Muy bello poema/reflexión!!!!!!!

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  2. Anónimo11:49 p.m.

    Hasta no hace mucho tiempo en mi ciudad el cementerio se prestaba para recorrerlo tranquilamente, y poqué no sentarse bajo un árbol a leer, como si se tratase de una plaza. Pero hay algo de lo que no están exentos los cementerios, los robos. Las abuelas ya no van solas, sus calles son más grises y sus veredas más anchas, las flores se marchitan cuando sobreviven, porque no faltan los oportunistas e irrespetuosos de las florerías que se las roban aún frescas para revenderlas en sus negocios. Es lamentable, pero es la realidad.

    Saludos!

    Framcisco Leonardo

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  3. Anónimo10:22 a.m.

    Hola!

    Muy lindo escrito para un lugar tan lúgubre...lleno de sinsentido. NO quiero estar ahí cuando me toque morir, parece tan frío, tan solo...prefiero ser parte del mar y viajar por donde no haya podido mientras estuve acá.

    Te mando un beso grande grande!

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  4. Algunas culturas explotan los cementerios como atracción turística. El de Recoleta, por ejemplo, es considerado una de las mejores obras arquitectónicas de Buenos Aires. Los turistas pagan para observar sus bóvedas, estatuas y mausoleos. Otras culturas, como la judía, consideran al cementerio como un lugar sagrado y lo denominan “casa de los vivientes” considerando que los cuerpos que allí yacen son sagrados porque luego del fallecimiento se mantiene una relación entre el alma y el cuerpo . Otros creen que es un lugar donde se arroja la carne rancia que ya no sirve. Es también, para algunos, un lugar tétrico, plagado de mitos urbanos y hechos sobrenaturales. Lo cierto es que, aunque se intente seguir haciendo diferencias hasta en la muerte por medio de la creación de sepulturas privilegiadas, particulares y comunes, perpetuas o temporales, y mientras siga habiendo lugares pintorescos y caros como el Jardín de Paz o más antiestéticos como la Chacarita, la muerte es de lo único que nadie zafa y además, es el único “estado” donde no sirve ni el lugar que ocupemos en la escala social, ni los bienes materiales que poseamos. Ninguna cultura considera que alguno de estos “privilegios” podría llegar a salvarnos. La muerte es equitativa y justiciera, no deja afuera a nadie.
    Un beso grande
    Georgi

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