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viernes, 25 de mayo de 2007

PAQUITA "LA PARCA" 1

29-03-2007

La habían bautizado (irónico) “Paquita”, desde chica la iniciaron en la labor de llevar almas, no importaba donde, de eso se ocuparían otros, ella solo tenía que conseguir las ánimas. Nació como escupida del otro lado, sin tiempo para preguntarse ni de discutir los hechos, en su deber no existía un por qué ni una razón, en diferentes partes y épocas se la conoció de distinta manera, pero en su barrio en su lugar la conocían por “Paquita”, flaca desgarbada y petisa, de todas era la mas inadaptada, pensaba demasiado, decían, ponía todo en tela de juicio, esto a los jefes no le gustaba mucho.

La mandaron a la tierra, le dieron un pueblo del sur: en su primer misión mientras caminaba por Barrancas de Belgrano se cruzó con el poeta Alberto Aranguren, estaba sentado en el cordón de la vereda esperando el 114 rumbo a lugano, se le puso al lado y lo miró, el joven literato le devolvió la mirada, Paquita se sorprendió, supuestamente nadie puede verla, la impresionó más que este sujeto no se asustaba, así que le arremetió:

- Soy Paquita “la parca”, la muerte – le dijo con voz tenebrosa, tan tenebrosa como podía ser su voz.

- Sé quien sos – indiferente, mirando al suelo, y jugando con las monedas

- ¿No tenés miedo?

- Miedo a qué

- A mi

- No, fijate, no estoy en tu lista seguro.

Desenredó un papiro y buscó con su dedo largo y huesudo.

- Es verdad, pero no estás ni ahora ni después ni antes, no entiendo

- Yo cargo con eso señora ¿para qué me va a llevar? ¿A dónde me va a llevar? Este es mi cielo y mi infierno, por momentos fui y soy tan feliz y por otros estuve y estoy sumido en un dolor tormentoso.

- Me dice que está muerto en vida, pero ocupa un lugar en la tierra

- No creo que nadie lo quiera, se lo aseguro

- Bueno amigo, lo dejo con su pena, y veré que me dicen arriba o abajo

- Sepa algo Paquita, los poetas estamos todos iguales, cruzamos de un patio a otro. Pero no se desespere, estamos en extinción, cada vez somos menos. Ah y me olvidaba digale al barbudo y al siniestro que tal vez al descreer en ellos quedamos sumisos en este limbo terrenal.

- Bueno se lo diré, y lamento que esté así, me voy a buscar otra alma, tengo que llevarme una, no puedo bajar mi cuota diaria y por favor vuelva a creer sino será un caos.

- Le hago una pregunta, ¿no tiene cinco centavos? Que me faltan para el bondi

- No, pero ya se lo consigo.

Paquita se levantó y cruzó la acera, se acercó a un vigilante, lo tocó y este cayó redondo de un ataque cardiaco. La muerte se volvió hacia Alberto con el alma del vigilante que no entendía nada, le dio los cinco centavos y se despidió. El poeta le preguntó si no cambiaba las cosas el vigilante muerto.

-No, este pobre diablo moriría la semana que viene en un tiroteo.

-Adios Alberto y suerte

-Adios Paquita que tenga un buen día laboral.

Gaston Pigliapochi
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2 comentarios:

  1. Anónimo9:30 a.m.

    Jaja, muy buena idea. Aunque no pude evitar recordar a las "paquitas de XUXA". Qué mezcla absurda.

    Un escrito que pone a luz tu creencia (non-creencia en verdad). La cual es muy particular, no?

    Besos muy grandes!!!!


    pd: ya podes pasarte por mi blog, postie...

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  2. Nadie puede escapar a la culminación de la vida. Paquita decide cuando venir por nosotros, a veces la vemos de cerca (como le pasó a Aranguren). Pero nadie murió en sus vísperas, dice el proverbio. Lo cierto es que siempre hay vida y muerte en cada uno de nosotros; como las células, que viven por un tiempo corto, luego mueren y son reemplazadas por otras continuamente.

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