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martes, 12 de octubre de 2010

Secuestro literario

Me acerqué a la biblioteca de mi estudio, y noté un agujero entre libros, es decir noté la ausencia de uno. Lo busqué por el cuarto, fui hasta la habitación contigua y miré por encima y por debajo de la cama, pensé en haberlo dejado en el living en la mesita ratona junto al sillón donde descanso cada día y suelo leer, me acerqué ya con una cierta inquietud, nunca me gustó perder alguna cosa y mucho menos un libro, miré la ratona, nada sobre sus patas solo la tabla que le da razón de ser, busqué en el sillón, una palpitación se apoderaba de mi pecho, levanté el almohadón y revisé en cada ranura posible donde pudiese haber caído. Volví a la biblioteca, para ver cual era el libro que faltaba, lamenté en este instante no haber hecho una ficha de los libros leídos o de los libros que tenía, no pude saber cual era. Abrí la heladera ya en una búsqueda desesperada, una vez había guardado las llaves de mi casa en el interior de la misma, así que no era raro que volviese a pasar esta vez con un libro.
Soy un obsesivo, lo admito, del orden, del cuidado de mis cosas, se puede apreciar mi obsesión al afeitarme tan delineadamente como con regla. Era muy extraño que no hubiese notado la falta del libro con anterioridad, esto me llevó a indagar momentos, personas que rondaron mi casa, mi biblioteca. No soy una persona muy sociable, el único contacto con el mundo exterior es mi trabajo como editor y corrector y las reuniones sociales que se realizan con colegas, mi realidad se basa netamente en los libros que leo, me convierto en cada personaje de los textos y a su vez muchas veces detesto los textos que leo en mi trabajo, es increíble el poder que uno tiene al decidir que se edita y que no, o que hay que corregir. Pero no nos apartemos de la historia.
Mi desesperación era tal que saqué todos los libros de mi biblioteca, para ver si podía deducir cual era el faltante, me llevó mucho más trabajo volverlos a ubicar en sus respectivos lugares que tirarlos al piso para revisarlos. Me deprimí, una terrible sensación de vació se apodero de mi, me senté en el piso de parquet de mi habitación como un niño con las piernas entre cruzadas una encima de la otra y con mis manos sostuve mi cabeza hundida entre ellas.
Llegó la noche y agotado por mi tarea de búsqueda y por mi trauma, no me quedo más opción que acostarme y dormir, a las cinco de la madrugada me desperté exaltado, decidí llamar a todos los que habían estado en la última reunión, tal vez había prestado el libro y no lo recordaba.
A la mañana siguiente recibí un sobre, sin remitente, de color madera; lo apreté, no parecía tener nada dentro, lo abrí, en el momento que daba el ultimo tirón al jirón de papel, cayó de él un pedazo de hoja de libro; lo levante y al darlo vuelta, ví un número, era el número de una pagina, pero escrito a mano, tome nuevamente el sobre con indignación lo abrí del todo y encontré una nota, la misma decía:
“¿cuanto vale para usted, el libro?. No pierda mas tiempo, no está ni en el sillón ni en la heladera…”

Me quede totalmente atónito, alguien tenia mi libro y también sabia donde había buscado.
Todo ese día mi cabeza dio vueltas por imágenes y la preocupación se hizo enfermiza. No tengo hijos, mis libros lo son y la persona que lo tenia lo sabia, jamás me importo la inseguridad del barrio o mejor dicho del país, me era ajena, pero ahora era diferente yo era el protagonista de la historia, un libro robado, secuestrado de mi casa, delante de mi; para broma me parecía muy pesada.
No fui a trabajar, me quede esperando noticias y realizando llamados, no pude dormir. Hable con los conocidos que estuvieron en mi casa, ninguno entendía nada, hasta algunos me sugirieron elegantemente que estaba loco.
Ya no sabia a quien llamar, ni donde buscar, en realidad seguía sin saber bien cual era el libro que buscaba. Al tercer día de insomnio llego una nueva carta, de las mismas características que la primera, con un nuevo trozo de papel dentro, ya no era un número sino un texto que decía:
“Mariela, esquina Cramer y Monroe. Un encuentro casual, sus ojos son como dos faros azules”.

Acompañaba a esta, una nota:
“todavía no entiende nada ¿no?, no importa. Me imagino, que ya tendrá idea de cuanto vale para usted el libro, tendrá noticias mías…”

Me desesperaba no poder cruzar una palabra con esta persona y cada vez tenía menos idea del libro, pero más lo quería.
Esa semana llegó mi hermanita, la que vive en el interior. Fui a buscarla a la terminal de micro. Se alegro mucho de verme, ya habían pasado ocho meses desde la ultima vez que estuvimos juntos, note en su mirada preocupación por mi aspecto, llevaba una semana sin dormir, pero ella no dijo nada, sabia que no me gustaba que se haga problemas por mi y que si tenia algo que decir lo diría en su momento.
En el trayecto hacia la casa charlamos un poco, estaba en la ciudad por cuestiones laborales, tenía unas reuniones, esta vez no la acompañaba mi sobrino, los chicos cuando crecen prefieren quedarse con sus amigos y novias a viajar y aburrirse en una ciudad como Buenos Aires. Desde hacia mucho tiempo ella vivía en el interior y ya tenia el acento arraigado, ese que se te pega por el solo hecho de estar en el lugar, me encantaba escucharla hablar. Llegamos a casa, puso la pava y preparo el mate, le dije que hacia rato que no tomaba mate, que estaba tomando mucho café por el trabajo y que dormía poco. Me pregunto si a eso se debía mi cara de cansado con ojeras y mis ojos perdidos.
Me pareció estúpido mentirle, sabiendo que ella me conocía muy bien, le explique la situación, mientras le contaba todo con lujos de detalles, me seguía con la mirada sin emitir palabra alguna.
-No me mirés así, no estoy loco, tengo pruebas – fue lo único que dije antes que me interrumpiera.
-Le das demasiada importancia, es solo un chiste de mal gusto – sostuvo mientras se iba hacia la cocina.
Fui a buscar las notas y los sobres, no estaba loco, no podía estar loco. Le mostré todo, me miro totalmente desconcertada y admitió que era raro, preguntó porque no hablaba con la policía, a lo cual le dije que, claro les diría “mire oficial me robaron un libro y me piden rescate…” seria de lo mas normal, además no tenia datos de la persona que enviaba las notas.
-¿Sabes quien es la chica? –
-No, aunque el nombre me es familiar, y la esquina también me es conocida – respondí
Esa semana estuve mas tranquilo, la compañía de mi hermana hacia mas a menos mi preocupación y por otro lado charlábamos de tantas cosas hasta que en algunos momentos llegue a olvidarme del libro; le pregunte por el campo, me contó que había mucha sequía, que hacia falta un poco de lluvia, que cada vez es mas agotador el trabajo, los chicos se estaban encargando de esto, ellos estaban bien, todavía por suerte no les picaba el bichito de la ciudad, mejor dicho de Buenos Aires. Entre mateadas y pastas caseras pasaban las horas.
Dos días antes de que ella partiera a su casa llegó un nuevo sobre manteniendo el estilo de los anteriores, esta vez el trozo de libro decía:
“comencé mi nuevo trabajo en la redacción de un periódico local, realmente no me gusta para nada…” al pie “Pág. 345”

Noté que era la parte inferior de una página, la nota adjunta no aclaraba el panorama, decía:
“no sabe quien es Mariela, no busque porque ya no la conoce, no tenga miedo, lo estoy ayudando, aunque no lo parezca. Atienda el teléfono, soy yo…”

Sonó el teléfono, mi hermana me clavo la mirada en sus ojos ví el mismo temor y la misma intriga que yo tenia. Fui a atenderlo, ella me detuvo.
-No lo hagas, venite conmigo, tal vez este enfermo se aburra después de un tiempo – me suplico con un tono muy desesperado.
-Voy a atender para aclarar las cosas.
Levante el tubo, del otro lado una voz, tan familiar como el nombre de aquella mujer, sonó
-Ya le dije no tenga miedo
-No tengo miedo, sino intriga de porque
-Llámelo como quiera, no este preocupado. Ahora la pregunta de siempre ¿cuánto vale el libro para usted?
-Si le sigue cortando pedazos, no mucho.
-No lo crea, yo supongo que valdrá más. Cambiemos la pregunta ¿Cuánto vale su vida tal cual es? o ¿Cuánto pagaría por cambiarla?
-Mi vida esta bien así, no se que tiene que ver todo esto con mi libro.
-Todo tiene que ver – Sostuvo con voz reflexiva
-Si me explicara mejor, entendería – una indignación se apoderaba de mí.
-No hay mucho para explicar, el tiempo explicara todo. Pero sigue sin responderme la pregunta que le hice.
-Ya no se lo que quiero, me gustaría saber donde conduce todo esto.
-Todos quieren saber donde conduce esto.
-No me venga con filosofía barata y explíqueme ya todo, ¿Cómo es que me esta ayudando?
-Lo único que le voy a decir es que, los trozos de libro que le envié no son necesarios, cambian la historia, pero no la destruye.
Durante la charla trataba de reconocer la voz, y miraba a mi hermana que me hacia ademanes preguntándome que pasaba, acompañados con un “¿y?” mudo y exagerado. La conversación se prolongo durante cuarenta largos minutos, para concluir, mis últimas palabras fueron:
-Ya no quiero seguir con esta conversación y este juego, voy a colgar.
-Haga lo que le parezca conveniente, pero yo creo que se arrepentirá – Con tono misterioso me sentencio y continuo - ¿Cree en el destino?
-No, es decir no sé
Del otro lado no tuve más respuesta que el monótono sonido de la línea telefónica que se presentó como el primer trueno en una noche de tormenta. Me quedé irritado y cada vez más confundido, mi hermana me preparó un té de tilo, hay quienes creen que es tranquilizante, yo hubiese necesitado una plantación entera.
Tomé la decisión de ira al campo, para ver si la distancia y el aire fresco cambiaban mi estado, esa noche y el día siguiente no tuvimos noticia alguna de esta persona, no pude dormir, como tantas otras noches.
El día viernes fuimos a la terminal de micros, todo estaba normal, hasta que llegué a la ventanilla para comprar mi pasaje, me llevé la grata sorpresa que no había mas, ni en esa ni en ninguna otra empresa, me dio la idea de que esto no era normal, para ese destino y en esta fecha no conseguir un pasaje. Le dije a mi hermana que viaje, que yo volvería a la casa, la despedí y regresé. Al llegar esperaba tener noticias de mi libro, pero nada, así que me dispuse a emborracharme para poder dormir un poco. Fui a la alacena y tome la botella de ginebra, me la lleve al cuarto me senté en la punta de la cama y comencé a beber, no se bien en que momento me desmaye.
Esa noche tuve sueños realmente extraños, me aparecieron distintas imágenes. Mariela, en esa esquina de Cramer y Monroe; chocamos justo en la esquina cuando la mire para pedirle disculpas me enamore, tuvimos momentos maravillosos, pero con el tiempo se volvió irritable y obsesiva, me volvió loco, creo que fueron los peores años de mi vida; luego recordé el trabajo en el periódico, como lo detestaba, encerrado en ese cuarto sin luz natural con fumadores empedernidos y gente gritando, periodistas amarillistas; también ví fragmentos con mi hermana, los dos juntos subidos en la tapia del fondo de casa hablando con los vecinos, que felices éramos; luego de golpe Ana, era mi mujer y dos niños que eran mis hijos, no entendía nada, me desperté al día siguiente exaltadísimo. Me dirigí a la biblioteca de mi estudio tome el libro de tapa roja escrito a mano y comencé a leerlo, como buen editor y corrector comencé a modificarlo, antes anotaba todo en un cuaderno, las ideas generales para no perder el hilo, lo recorte en algunas partes y en otras modifique el texto, me envié a mi mismo los trozos, de esta forma modifique mi pasado y así mi futuro, pero como suele pasar en mi trabajo nada es gratis todo cambio en los textos representa muchas veces mejoras pero perdiendo ciertos personajes y si bien ya no sabia quien era Mariela y no recordaba mi primer trabajo, tampoco tenia familia y mi hermana vivía lejos, era solo yo y mi trabajo, ese día me encontré conmigo mismo, fastidioso por lo de las notas, le explique la ida, me dijo que con razón la voz le era familiar y la letra del libro también, me pregunto porque no dejaba todo como estaba, simplemente le dije que no se puede volver en el tiempo que el tiempo perdido ya se perdió que siempre habrá cosas que no recordaremos y que lo mejor seria tratar de vivir de ahora en mas de mejor manera y teniendo en cuenta que cuando recortamos un libro o lo modificamos, nos pongamos en lugar no solo del autor sino del personaje del mal o bien que le estamos haciendo, me aleje y hasta el día de hoy es vivido dignamente y tratando de hacer mi destino sin tocar mas el libro, aceptando las cosas como son.


FIN


GUANTES DE LANA
Gaston Pigliapochi
Copyright © - Derechos Reservados. ®

8 comentarios:

  1. Opa..

    Cuantos mensajes encierra este relato.


    Abrazo Sr G.

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  2. Farolito: Vió, muchos mensajes subliminales y otros no tantos. Gracias por pasar y abrazos totales.

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  3. No podes. Ya lo leí como cinco veces. Exquisito. Tiene intriga y misterio, tiene barrio, urbanidad y a su vez un dejo campestre, mucho espíritu coloquial. En alguna parte te roba una sonrisa, cuando menos te lo esperas "...mi hermana me preparó un té de tilo, hay quienes creen que es tranquilizante, yo hubiese necesitado una plantación entera."
    Te hace sentir identificado (cualquier enfermo por los libros seguramente lo va a sentir de otra forma) Tiene estilo propio, y reminiscencias (a un tal Julio le hubiera encantado). Muy buenos diálogos, una ¿resolución? impecable. Me encanto. De lo mejor que leí de tu teclado. Saludos y espero seguir disfrutando tus historias.

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  4. Diego: Muchísimas gracias por tu comentario. Me llevo a releer el texto para ver si te referías a mi cuento o por error era el comentario para otro escritor. Realmente (sin ofender a otro lector de este humilde lugar) tu comentario fue uno de los más completos y agradable al alma que he tenido. ME enorgullece que este texto te haya hecho sentir tantas cosas y que creas que a Don Julio le hubiese gustado. Y te transmitió todo lo que yo quise transmitir, el barrio, lo coloquial y lo sencillo de un hombre común.

    Abrazos totales y nuevamente muchas gracias.

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  5. Me encantó, si de algo sirve. Me pareció conductor, mucha intriga, suspenso, ganas de leer más, como quién dice. Frases simples, nada pretencioso (que muchas veces quita ritmo). Agradable. Amo los libros, te imaginarás que me tocó, me imaginé perder uno de mis libros, noooooooooooo!!!!!!!!
    Bueno, gracias por pasar, y me gustó pasar por acá. Seguiré pasando!
    Saludos!!

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  6. Amor:
    Nunca lo había leido hasta ahora. Es muy bueno realmente, y comparto la crítica –en términos literarios– de Diego.
    Es muy prolijo. Solo ajustaría el final, pero está muy bueno. Además de encontrarme en muchos momentos del cuento identificada.

    Besos:

    Ju

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  7. Gi: Bienvenida y gracias por el comentario. Me alegra que el lector se sienta identificado en alguna parte de mi texto.

    Saludos totales y vuelva cuando quiera.

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  8. Ju(amor): Está en los textos para corregir para sacar el libro de cuentos (jajajajaa). Te amo y tu comentario es uno de los más importante por tu amor y tu trabajo como correctora y editora. Me alegra que te haya gustado y que hayas compartido la crítica de Diego.

    Te amo totales.

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