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jueves, 25 de enero de 2018

Sir Paul

Estabamos en una mesa tomando un té, como no podía ser de otra forma (no hay peor cliché). Sir Paul hablaba en español con acento inglés, muy marcado; por un lado yo no tenía idea cómo habíamos llegado ahí; por el otro, la conversación parecía animada. Debo decirles que se pega la biaba, es mucho más canoso de lo que vemos por la televisión. La cosa venía bien, hasta que de atrás de unos papeles que estaban sobre la mesa (no se si estaban desde que aparecimos ahí o aparecieron luego) salió una cucaracha de esas rubias, flacas; atiné a levantar la mano para aplastarla y en ese momento Sir Paul gritó ¡Nou! y la arrastró con su palma hacia el piso, la cucaracha corrió rápidamente. Paul, se levantó de su silla, bebió de un sorbo el té que le quedaba en la taza y se alejó silbando una melodía; encendió un porro y con el mismo fuego prendió unas cortinas.
Me desperté tratando de recordar la melodía, fue imposible. Tampoco sabría que hacer con recordarla, cómo escribirla; Borges decía que Kafka le dictó un poema en un sueño, y no lo corregía en ninguna edición porque ese poema no le pertenecía. Lo cierto es que seguramente aquel veinte de enero Sir Paul Mc Cartney soñó que salvaba a una cucaracha y le entonaba una melodía a un extraño y muy probablemente en la mañana del día siguiente la haya escrito, quiero mi participación en la composición.
Gastón Pigliapochi.

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