cantando en algún arrabal.
Me fui soñando el final,
viejo sentado frente al mar.
La luna ata al tiempo en un dedal,
el sol le esconde el hilo y se vá.
Las noches pasan y ya no están,
los días caen en jirones de sal.
El reloj se para ya no moverá,
la aguja fina del final.
La eternidad es ahora y acá,
no hay más que esperar.
Gastón Pigliapochi
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Hermoso, amor. Te felicito.
ResponderBorrarPor un momento flasheé con ver a un señor mayor, sentado en un muelle descalzo y con sus pies mojados en el mar. Con la mirada fija, perdida, sin ese objeto que permite determinar con exactitud el tiempo, dejando pasar las horas. Tu bello escrito me hizo pensar en eso. Creo que sería lindo no esperar, dejar que las cosas sucedan..sin más. Pero es tan difìcil a veces! La impaciencia gana.
ResponderBorrarEn fin, gracias por pasar y por lo que me decís. Soy un poco colgada, pero prometo actualizar más seguido.
Saludos!
Que bueno sería tener presente siempre que la eternidad es acá y ahora.
ResponderBorrarSaludos
Ju (amor): Gracias, me alegra mucho que te parezca hermoso, aunque a mi siempre este género no me convenza demasiado.
ResponderBorrarGracias por tu apoyo constante,te amo.
Poeta: Esa imagen es la de partida para el texto y es cierto la impaciencia casi siempre gana, pero con el tiempo uno va aprendiendo a controlarla y a disfrutar más.
ResponderBorrarGracias por pasar y comentar
saludos totales.
Sole: Es que la eternidad es acá y ahora, el resto es solo eso: resto.
ResponderBorrarSaludos totales y bienvenida a este lugar minúsculo de textos.