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sábado, 7 de agosto de 2010

Todo puede ser una historia para contar.



Los hombres se acercan a la mujer, uno le dice algo al oído, ella mira su reloj.
- Tienen que ir al pueblo, hasta lo de Sancho, es el único lugar donde conseguir a esta hora.
- Bien, cobre estas cosas - el más bajo de los dos señana los viveres sobre el mostrador.
Salieron de la despensa, el sol del mediodía golpeaba fuerte; cruzaron sus miradas y asintieron ambos con la cabeza, no hubo palabra alguna. Miraron el camino de tierra anaranjada, este se perdía en un punto que lo convertía en infinito, se volvieron a mirar y avanzaron.
No había ni un alma, sólo polvo y piedras, a las que pateaban cual pelota de fútbol. Llegaron, luego de veinte minutos de caminata, a lo que sería la entrada al pueblo; un boulevard de pastos secos y postes de iluminación, la tierra daba lugar al asfalto, locales cerrados y algunos abandonados.
- Pueblo fantasma - dijo en voz alta el petiso.
- Es como si una guerra hubiese pasado por aquí y estos son los restos, parece Kabul - respondió el otro, mirando con los ojos entrecerrados, cabeza inclinada y una ceja levantada - Acá no creo que encontremos nada.
Pasaron frente a una heladería, tres personas sentadas en un banco -cucurucho en mano- los escrutaban fijamente y seguían sus pasos.
Todo era cada vez más extraño, al pasar un cartel de bienvenida el panorama cambia, hay más gente , más autos, en el río circulan lanchas y hay chicos nadando. Se sienten reconfortados al ver movimiento, en una esquina encuentran el negocio que buscaban, pequeño de paredes blancas y sobre la puerta y la vitrina en un descolorido rojo se lee "Sancho Panza".
- Es ahí - Señala el alto - Parece cerrado.
- Hay alguién adentro, está abierto.
Cruzaron la calle, y cuando uno estaba a punto de manotear el picaporte el otro lo tomó del hombro.
- ¿Estás Seguro?
- Claro que sí, estamos en el punto sin retorno, es mucho más facil abrir la puerta que volver.
El chillido de las bisagras despertó a la mujer que atendía, les dá los buenos días, ambos responden al unísono; la tienda es polirubro, hay kiosco, almacen, articulos de pesca y demas chucherias.
- ¿En qué puedo ayudarlos? ¿qué necesitan?
El más alto avanzó un paso y quedó frente al mostrador de madera blanca, se rasca la oreja derecha y chasquea la lengua, como buscando la frase en interrogativo, suspiró y la soltó.
- No, no me queda nada, bah sólo pasta - La mujer acodada en la tabla fruncio el seño.
Se miraron y se dijeron que no con la cabeza. El petiso de espaldas a ellos, miraba unas revistas y preguntó
- ¿No sabe donde podemos conseguir?
- Sí, son unas cuantas cuadras; por esta calle derecho - Y señaló con la mano en sentido como ellos venían caminando - van a llegar a prefectura, en la calle de la esquina doblan a la izquiera y por esa van a dar con una plaza, frente a ella hay un centro evangelista, en la casa pegada al centro pregunten por "El Tucumano".
Agradecen y se van sin comprar nada, ingresan al almacen vecino y compran una gaseosa dietetica, mandaria y naranja. Preguntan al hombre detras de la caja lo mismo que a la mujer, este responde lo mismo que ella.
- Vayan hasta prefectura y doblen a la izquierda... - la explicación llevaba al mismo lugar, pero con una sola diferencia - Pregunten por "Guillermo".
Afuera abren la botella y beben del pico mismo.
- Está fría, que bueno
- Como te renueva esto, este calor de mierda es insoportable.
Enero es un mes caluroso en el litoral, agobiante a esas horas para el que no está acostumbrado, recuerdo que cuando yo caminaba por esas calles terrosas sentía que estaba en el mismisimo infierno, al sentir el aire calido como si un vapor saliera de los poros del suelo, pero ese calvario siempre se compensa con el hermoso entorno, verde selvático y de tonos rojizos en la tierra; uno se siente al mismo tiempo en el infierno y en el paraiso, pensandolo bien, uno está al mismo tiempo en el infierno y en el paraiso, pero volvamos a la historia.
- Pero está demasiado fría, no se le siente el sabor ni a mandarina ni a naranja.
- ¿Viste? pasa eso, el frío extremo anula los sentidos, igual a mi después del trago, me deja un nose que de mandarina.
- A ver, sí sí, es cierto, muy suave; no nos podemos quejar - Sonríen
Se paran junto al edificio de prefectura y miran de reojo el camino pedregoso; una vieja en la vereda del frente, que toma mate bajo unos arboles a la vera del río junto a otros ancianos, les pregunta si la buscan a ella.
- No tiene cara de "Tucumano" - Dice uno con risa irónica.
- Ni de "Guillermo" - Le contesta el otro.
- Salvo que... - Echan a reir a carcajadas y se dan cuenta que están parado en la puerta de una casa hotel.
- No señora - La misma vuelve a lo suyo sin preguntar nada más. Mejor, sino cómo explicarle.
Hacen coraje y toman el camino, hay charcos de agua oscura, una carniceria cerrada y luego tan sólo descampado. Llegan a la esquina de la plaza; hay un hombre con una remera de futbol, color azul con un ocho, está sentado en un banco de espaldas a ellos. Las casas son más rudimentarias, madera y chapa; se convencen que tampoco es el hombre que ellos buscan. Frente a la placita está el centro evangélico que les habían indicado; es una construcción pequeña, de material desentonando con el chaperio, de color celeste grisaceo, agarran por esa cuadra y preguntan nuevamente en un aserradero, el trabajador se quita las orejeras y les dice que sí, que Guillermo está en la casa pegada al centro, la que está construida en la altura. Se vuelven a la esquina y se paran delante de la direccion sin número.
- Volvamos, me quiero ir a casa - Dice nervioso el más petiso.
- No, ya estamos acá
- Quiero llorar - Sonríe.
Tocan el timbre de estas zonas, palmea el más alto, aparece un niñito y una nena vestida como en una pelicual de Fellini con ropas que parecen de adulto; el chiquito les pregunta qué buscan.
- Estamos buscando a "El Tucumano" o "Guillermo"...
No terminaban de decir esto cuando apareció un adolescente.
- ¿Cuánto quieren?
- Eh, mmm, nosé
- ¿Una porcion, dos?
- Y llevemos dos ¿no? - El petiso con temblor en el habla le sugiere al otro.
- Bueno, dame dos, gracias.
Pagan lo acordado y retoman la caminata cansados, pero contentos por haber conseguido lo que buscaban, en el tramo final antes de llegar al camping, ven el sol cayendo tras los arboles, el cielo de tonos sepia es una postal perfecta.
Por la noche comen algo, se arriman al río y arman las cañas, sacan lo que compraron, las dos porciones, lombrices de tierra, toman una la cortan al medio y clavan cada mitad en cada anzuelo, se pegotean las manos, la nube de mosquitos los pican casi comiéndolos; luego de dos horas de no sacar nada guardan todo y tiran el resto de las lombrices a la tierra. Tanto camino, tantas vueltas para conseguirlas y al final para nada. Yo los mire fijamente y les dije "para nada no, aca hay una historia, siempre hay una historia, una aventura para contar".

Gaston Pigliapochi
Copyright © - Derechos Reservados. ®

2 comentarios:

  1. Comentarios viejos parte 1 cuando estaba en dos partes el texto:

    El winco verbal dijo...

    Hola Guantes:
    yo sí voy a seguir comentando en tu blog.
    Manejas muy bien los tiempos, y en este relato, veo queno te apresuras por el desenlace, las descripciones para el escritor son herramientas necesarias a la hora del descenlace.
    5:47 AM
    10:50 AM

    Francisco Leonardo dijo...

    Muy bueno Gastón... como siempre... Muy original la idea, uno en estos suentos cortos siempre espera una de dos, o que el final (como es muy próximo) sea totalmente inesperado o que sea el esperado y con mensaje, jajaja.
    Muy bueno.. y gracias por tu buena onda!

    Leo
    6:20 AM
    10:52 AM

    Diazepanica dijo...

    Muy bueno hermano, nadie podria contarlo mejor... y veo que realmente cada aventura es una historia para contar..... maldito tucumano, creo que esas lombrices deberian estar vencidas, por algo no pescamos nada verdad???.... jejeje
    un besote grande!.. muy bueno el cuento de cortazar que me recomendaste... todavia no lo termine... muy bueno como esta narrado.
    10:52 AM

    Estar Latiendo dijo...

    Gracias por visitarme y por tus palabras. Me agendé tu blog, para volver... Creo que me va a gustar mucho leerte...

    besos:

    Ju
    9:41 AM
    10:54 AM

    Matilda dijo...

    Tanto comentario tuyo, no puedo faltar. ME GUSTÓ MUCHO, punto, así, con letras mayúsculas, para qué agregar más? Besos
    2:18 PM
    10:55 AM

    Estrella dijo...

    Un saludo guantes, y un agradecimiento, claro.
    Paso con más tiempo, cuando termine de acomodarme.
    12:31 PM

    Estrella dijo...

    Paso a dejar saludos y agradecimientos. Todavía estoy acomodando la casa, paso con más tiempo en cualquier momento.
    12:38 PM

    pepa dijo...

    holaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa gastyyyyyyyyyyyy
    8:24 AM

    Estar latiendo dijo...

    Gracias...
    1:35 PM

    Sil dijo...

    Buenas, buenas...muy buen final, realmente INESPERADO, y es verdad siempre, siempre hay algo para contar, llegar a donde se queria vale siempre, aunque el resultado no sea el esperado...

    Muy buena descripción, como siempre logras transportarnos a esa situación, logrando que uno se sienta partícipe del texto.

    Impecable como siempre!! besote :)
    2:08 PM

    Sil dijo...

    Buenas buenas, muy bueno el final,realmente INESPERADO, y es verdad, siempre hay algo para contar, siempre, y llegar a donde uno queria siempre vale, aunque el resultado no sea el esperado.

    Como siempre un texto impecable, te traslada a esa situacion, uno se siente partícipe del texto, excelente!!

    Un besote enorme Guantes!!!!
    2:12 PM

    Sil dijo...

    te aviso que deje dos, porque pense que el otro se habia borrado, las vacaciones, las vacacione sjaja. BESOTE, todo bien aca? que raro vos moderando comentarios...ABRAZO
    2:14 PM

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  2. Hermoso, definitivamente.

    Te amo.

    Ju


    Y sí, siempre hay una historia para contar...

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